Camas y colchones cada vez más grandes, carros muy pesados que deben desplazar sobre moqueta, una media de 20-25 habitaciones por jornada, ausencia de descansos… Estas son las condiciones en las que desarrollan su trabajo diariamente las camareras de piso, un colectivo que, por estas circunstancias, presenta un elevado consumo de fármacos y psicofármacos para paliar sus dolores musculares, rebajar su nivel de ansiedad y poder continuar trabajando para no perder su puesto.
«Entre los fármacos que más consumen destacan los relajantes musculares, analgésicos o antiinflamatorios para paliar el dolor muscular, los ansiolíticos para reducir el estrés y la ansiedad que sufren por las altas cargas de trabajo.»